ARTE
DEL DERECHO
De mi encuentro con mis
compañeros americanos que la de
comunicarles mi amor por la palabra, el largo viaje estaría plenamente justificado. Filósofos y juristas
al hablar continuamente de representación y de representar semejan al campesino que, hallando una moneda bajo la
tierra, no observa sus figuras y no estima su precio. Veremos, más tarde, el valor del presente; sin embargo, ahora se
comprende, re- flexionando, que la representación implica un alargamiento del presente, es decir, la extensión del
presente a algo que, no siendo presente,
no puede ser más que pasado o futuro. Veremos, digo, cómo puede explicarse esta
especie de milagro; contentémonos ahora
con observar la palabra con una especie
de religión. Ahora bien, la potencia representativa de la ley jurídica y, por tanto, del arte del derecho
supera, si no me engaño, aquella de
cualquier otro arte y el legislador merece
la calificación de artista todavía más propiamente que el poeta o el pintor, porque no tanto describe
al pueblo lo que seguirá naturalmente al
bien y al mal, que hizo el hombre, es
decir, le explica la ley moral, cuanto porque adelanta la consecuencia futura de este bien o de este
mal juntando a la consecuencia natural
una consecuencia artificial del hecho
humano. Así se comporta el
legislador porque el hombre teme al
hombre más de lo que teme a Dios. El mal, que seguirá, naturalmente, al mal,
tarda muchas veces en llegar porque Dios
(que, según la sabiduría del pueblo, "no paga el sábado") es der Künstler des Wartens,
el artista de la espera, como he leído en una página inolvidable de
LIPPERT; y la insuficiencia del hombre,
sobre todo, se manifiesta como defecto de paciencia. No bastaría la
incredulidad sin este otro defecto para
justificar la necesidad de la estructura
de la ley jurídica, como traté ahora de explicarla. Una diferencia,
pues, se encuentra ciertamente entre las
dos leyes, natural y jurídica; todavía no puede formularse en los términos corrientes: es decir,
francamente, con la definición de la escuela de Viena. Tanto una como otra
ley representa, a la vez, lo que es y lo
que debe ser. También la ley jurídica
representa una consecutio necessaria del futuro al pasado. No hay diferencia
entre ellas bajo este as- pecto. La diferencia debe buscarse en otra parte. Y
para hallarla son todavía las palabras
las que deben guiamos. Una de esas
palabras, en el binomio corriente, es el adjetivo natural. ¿Lo contrario de
natural no es artificial? A la
naturaleza se opone justamente el arte. El arte se junta a la naturaleza para enriquecer el mundo. Y
enriquecer el mundo es la tarea del
hombre. El legislador, como el pintor
con sus cuadros o el escultor con sus estatuas, ejecuta esta tarea con sus leyes. El pintor o el escultor,
para cumplirla construyen una cosa nueva
teniendo ante sus ojos un modelo.
También el mecánico es, al lado del pintor o del escultor, un artista. El mecánico fabrica el fantoche
automático estudiando al hombre como lo estudia el escultor o el pintor. Y la ley jurídica respecto de la ley natural
semeja al fan- toche respecto del hombre.
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